Verdades de una mentira
Recientemente,
debió disputarse un partido de fútbol por una de las tantas competencias
federales en la cual intervienen representantes correntinos, el que no se concretó el día previsto inicialmente. Se tejieron tantas conjeturas como razones
en aquella ocasión, aunque todas con una misma verdad de fondo.
El argumento central esgrimido fue la falta de médico, y el asidero como toda mentira, tuvo cola corta. Y es que, efectivamente, sí lo hubo según nuestras investigaciones. Empero, no fue el galeno que debió estar o al menos se esperaba que esté, y a quien todos inicialmente responsabilizaron y al que se lo aguardó impacientemente; en tanto, a su reemplazante no lo dejaron garantizar, el encuentro desde la sanidad.
¿Entonces? ¿Cómo es eso? Es dable aclarar que no se trata de una suerte de acertijo, ni tampoco, de un juego de palabras. Muy por el contrario, es una verdad a la cual accedimos.Ocurre lisa y llanamente, que el profesional con quien en un principio la institución que ofició de local habría acordado contratarle sus servicios de palabra y por ende debió hacerlo, no se hallaba en Corrientes, detalle este que Eventos & Marcas Radio-Web, así lo indicó en aquella jornada.
Hurgando a fondo, logramos desentrañar una historia que despertó más de una suspicacia. Increíblemente amén de desafortunadamente, días más tarde de lo deseado.
Los motivos reales que terminaron por desencadenar la suspensión y no realización del juego, fueron que el médico principal, se habría encontrado a mil kilómetros de distancia. Lugar, al que habría concurrido por uno de los tantos cursos que por su especialidad era necesario que asistiera.
Sin embargo, habría habido un sustituto designado. Lamentablemente, tanto para él como para el truncado espectáculo aquel domingo, no tuvo la oportunidad de hacerlo.
Y a los hechos y pruebas nos remitiremos. Éste facultativo, habría querido hacerse pasar por el verdadero. Y al momento de serle requerido el número de su matrícula habilitante, equivocó cuando las autoridades del cotejo lo requirieron.
Obviamente, tal vez por los nervios o no, invocó al parecer equívocamente la habilitación profesional del ausente que no lo recordaba muy bien evidentemente, en lugar de dar el suyo. Esto, como era de esperarse, el juez rápido de reflejo al advertir el posible engaño, decidió que no podía autorizar a alguien que reemplazara al que no estuvo en el estadio. Vale remarcar que tampoco éste, lo hubiera podido hacer, dado su imposibilidad por encontrarse fuera de nuestra capital.
Pese a ello y afín de salvar de una posible sanción al club en falta, desde la metrópolis,donde se encontraba, el profesional igualmente habría colaborado horas más tarde. Incluso, personalmente se habría encargado de dictar a otro médico amigo, el texto y tenor que finalmente consta en la prescripción médica elevada vía liga local al ente rector del fútbol del interior (organizador del certamen), donde entre otros detalles, se mencionó un supuesto traumatismo de cráneo sufrido por el médico que nunca se presentó el día del partido. Y sin dudas, posibilitó y determinó que días después, el compromiso de marras fuese reprogramado sin considerarse antecedentes, con el posterior y consabido resultado por todos ya conocido.
Aunque, la cosa no termina allí. Según nuestras averiguaciones, existiría otro fundamento que al parecer incidió de sobremanera. Se trataría del caso que al facultativo y con el cual asumieron compromiso (a través de recomendación de otro colega reconocido y quien en su momento trabajaba en el club y hoy lo hace en otra entidad), de acuerdo a los datos recabados, hasta ese entonces, se le adeudaba dos meses y medio de sus honorarios.
Y cuando el aludido médico, habría realizado su reclamo al presidente de la institución, éste le habría comunicado que el técnico era quien le debía abonar. Inmediatamente trasladado el reclamo pertinente al entrenador, éste por su lado, le habría confirmado que sí, él se encargaría de abonarle porque el primero, ya se lo había entregado para el pago correspondiente de los haberes.
Ante ello, el relato destaca que lo había citado para que acudiera a una de las prácticas que el plantel efectuó en las inmediaciones del puente interprovincial.
Allí, grande fue su sorpresa, debido a que el orientador táctico en persona al parecer le habría hecho entrega de determinado dinero, ergo no el total. Es decir, lo percibido por el médico, apenas cubría un mes de los dos y medio que el profesional reclamaba en concepto de los servicios prestados (dos partidos como local al mes y concurrir a una práctica semanal).
Como puede advertirse, una mentira de patas cortas. Esta es la verdad de una falacia, que a todas luces se pretendió hacer pasar por realidad. Y la coincidencia con un hecho similar, no es casualidad. Por ende... colorín, colorado, la verdad de una mentira, queda revelada.
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