Aldo Araujo, una gambeta a la vida

Posted by Eventos & Marcas on 13:54

El volante de Textil Mandiyú subió la apuesta para la segunda fase del Torneo Argentino B: “Tenemos con qué buscar la clasificación”, dijo. Más allá de lo futbolístico, el joven nacido y criado detrás de la cancha de Alvear habló sobre su crecimiento dentro de una familia humilde y en la que tuvo “que dar una mano” vendiendo chipá o trabajando como carrero junto a su padre.
Fuente yAutor: Gonzalo Contreras Ortiz - diarioepoca.com (@gonzalocontra)
 
A los 22 años, lleva siete jugando en primera división a nivel local y ya participa de los torneos nacionales. Es que fue una de las figuras con las que contó Textil Mandiyú para alcanzar la tan ansiada clasificación a una segunda fase en el Argentino B.
 
Aldo Andrés Araujo tuvo una primera fase de torneo pareja, pero en los últimos partidos demostró jerarquía y valor cuando las cosas no salían y - como ante Belgrano en Paraná - hizo resurgir a los de Ariel Medina a fuerza de juego y de goles.
 
Si bien esta es la segunda temporada en el Algodonero, recién con la llegada del chaqueño encontró contención y apoyo para que las cosas se den con el correr de los partidos. Cuando Medina se hizo cargo, se vio sorprendido por la habilidad, rapidez y atrevimiento de este chico nacido detrás de la cancha de Alvear, al punto de confesar que tenía “muchas esperanzas puestas en él”, y no se equivocó.
 
En el “Albiceleste” jugó desde los 8 años, se reconoce como simpatizante y a los 15 debutó en la primera. Luego vistió los colores de Robinson y Curupay en un par de temporadas; registrando también algún paso por Madariaga de Paso de los Libres en algún Torneo del Interior.
 
Para conocer la historia de este introvertido personaje que prefiere hablar más en la cancha que ante un grabador, hay que remontarse a sus primeros años. Con la cabeza baja, de respuestas cortas por pura timidez, contó cómo vivía de pequeño con sus padres y sus seis hermanos.
 
Su padre vendía chipá y luego se hizo carrero. El pequeño Aldo, tratando de dar una mano, también “andaba por todos lados” vendiendo lo que hacía su padre y luego “cuando él descansaba le pedía el carro para ir a hacer algún trabajo”.
 
Este volante ofensivo, aunque se define como un “ocho” y que tiene como espejo a Julio Buffarini de San Lorenzo (club del que es hincha), es pura humildad y confesó que hoy comparte sus días con su “chica” (Dalma), en casa de sus suegros, y que espera poder “hacer una pieza” allí para tener mayor “comodidad”.
 
Es una de las tantas historias que se pueden contar de niños que nacen y se crían en la pobreza pero que encuentran en el fútbol -a través de su talento- una buena alternativa para tratar de crecer en todos los aspectos para seguir peleándole a la vida, como desde el primer momento, y juramentándose llegar aun más lejos porque, sabe, que de no haber sido tocado por la “varita mágica” hoy seguiría siendo “carrero”.
A otra ronda
En un equipo al que siempre se lo exige como es Textil Mandiyú, al fin pudieron cumplir con el objetivo de la clasificación.
Es lo que estábamos buscando y gracias a Dios se dio. Estoy muy contento por eso, incluso toda mi familia me felicitó y también están contentos por este paso que hemos dado.
¿Cómo podés describir el camino de la primera fase?
Fue una cosa muy rara porque primero estábamos bien, habíamos empezado con buenos resultados; después nos caímos pero gracias a Dios se cumplió con este objetivo, que es lo más importante.
¿Por qué hubo tantos altibajos?
No sé, posiblemente la presión de jugar en Textil Mandiyú, de ser protagonistas, de estar siempre arriba.
Ahora que clasificaron, ¿pasar la próxima ronda es un objetivo o una obligación luego de estar diez años en este torneo?
El objetivo es el ascenso, es lo que estamos buscando, por eso le estamos metiendo fuerte al entrenamiento. Ojalá que se dé este año, hace muchos años que el club está en la categoría, hace siete años que no clasificamos pero esperemos que se dé el ascenso.
¿Tienen con qué pelear en esta instancia?
Muchos se fueron a fin de año, pero sí tenemos con qué seguir avanzando en el Argentino B.
¿Tienen alguna referencia de los equipos que van a enfrentar en la próxima instancia?
Personalmente, sólo conozco a Sportivo Patria porque jugamos contra ellos un amistoso en la pretemporada y conozco a los jugadores que tiene. De los otros equipos no sé. Cuando juguemos te digo.
¿El parate viene bien?
Sí, viene bien para recuperarnos, sobre todo para los que están lesionados.
Un DT que le dio continuidad
De la temporada anterior a esta, ¿creés que te han dado más confianza?
Sí, también me han dado más confianza porque el año pasado no tenía continuidad. Gracias a Medina (Ariel) que confía en mí, se me están dando las cosas.
Cuando llegó Ariel Medina, te apuntó como uno de los diferentes…
Sí, eso me dio mucha confianza. Siempre me habla en los entrenamientos, que tengo que meterle, que tengo que trabajar mucho porque voy a llegar a algún lado.
¿Te habló sobre los secretos de la posición de enganche?
Me dijo que tenía que pedirla, que yo soy el que tiene que jugar para que juegue el equipo.
Perdieron a varios jugadores a fin de año, vinieron de atrás, apareciste en los últimos partidos y no aflojaron…
Se nos fue Nicolás Ledesma (a Venezuela) que era un jugador muy importante. Pudimos remar con lo que teníamos y gracias a Dios se dio. Contra Belgrano, en Paraná, fue una cosa de locos, yo buscaba y buscaba el gol todo el tiempo y en las dos que me quedaron se me dio.
Estábamos perdiendo, pensé que se nos venía la noche. Fue una prueba de carácter por las adversidades que estábamos atravesando en esos momentos. Era el momento porque nunca habíamos levantado un resultado y ahí estábamos perdiendo y si no sumábamos quedábamos lejos.
Qué tenés para decirle a los árbitros porque ¡te han pegado bastante en este Argentino B!
No me cuidaron para nada, les hablaba pero no había caso, no te dan importancia pero no me achico ante los golpes, más quiero jugar, más pido la pelota.
¿Qué te pasó con el descenso de Curupay?
Siempre estuve pendiente de ellos. Gonzalo Ramírez, que fue compañero mío en Alvear, juega ahí y es vecino mío. Siempre le preguntaba los resultados y se cayó mucho con el descenso.
Aunque hoy Rafael Morales (el jugador al que balearon la semana pasada) está en Deportivo Mandiyú, fuiste su compañero en el “Maderero”, ¿hablaste con él?
No pude hablar todavía, hace poco me enteré lo que pasó. Me comentaron qué es lo que le había pasado. Hay inseguridad, mucho robo.
La familia
¿En qué ambiente creciste?
Trabajé desde muy chico ayudando a mis viejos. Mi papá es carrero y le ayudaba con los caballos, los cuidaba; también vendí chipá de almidón.
Empecé con eso, después mi papá compró un carro. Yo vendía chipá por todos lados, me iba caminando… hasta eso llegué, dando una mano a la familia.
Siempre trabajé con mi papá, sino le pedía el carro y me iba a buscar trabajo. Siempre me las rebusqué, también ayudé a mi mamá cuando podía.
¿Cómo vivían cuando eras chico?
Antes estábamos todos apretados en casa, era muy chica. Ahora es más grande, es una vivienda, el espacio es grande. Yo y mi hermano, el segundo, somos los únicos que no vivimos más ahí.
Cuando ves a la distancia la casa de tus padres, ¿apreciás lo que es el fruto del trabajo?
Siempre veo eso. Hasta ahora los sigo ayudando, trato de darle una mano en lo económico.
¿Y dónde vivís?
Vivo cerca, en la casa de mis suegros con mi chica. Ahora estoy juntando para hacer una habitación ahí, sino ir a vivir a otro lado. Mis suegros son buena gente y siempre están apoyándome, en las buenas y en las malas, me cuidan mucho, como a un hijo me tienen.
¿Tenés metas para el futuro?
Quiero ser jugador, sé que tengo que trabajar mucho para poder lograr cosas importantes.
De no haber sido jugador de fútbol, ¿qué hubieras sido?
Carrero, tal vez.

Sus amigos lo cuidan

Da la sensación que, a excepción de los rivales en la cancha, el resto también te cuida…
Sí. Hay hinchas que son amigos míos, los veo en la cancha. Son los que viven cerca de la cancha de Alvear, esos son los que me gritan cuando juega Textil Mandiyú.

¿Y cuando fuiste a Curupay también te siguieron tus amigos de Alvear?
No, ahí no porque son clásicos.

Evidentemente, el fútbol fue una buena salida para vos. Esta temporada el Consejo Federal puso cinco equipos correntinos en el Argentino B, lo que también parece ser una buena oportunidad para los jugadores correntinos…
Sí, creo que es importante la puerta que se abre para los chicos de acá. Hay que cuidarse y el que quiere puede llegar.

Sus inicios

Sos vecino de la cancha de Alvear, ¿a los cuantos años llegaste a Alvear?
Sí, vivo a dos cuadras, en el barrio Seminario. A los 8 años ya vine a jugar acá y debuté en primera división a los 15 años.

Y de esa época, ¿qué técnico creés que te enseñó algo?
Al que más recuerdo es al que tuve en primera, Urbina (Enrique), me enseñó muchas cosas. Él tenía confianza en mí, me hablaba mucho…

¿Qué rescatás de tu paso por Curupay?
Me abrió una puerta muy grande. De Pablo Suárez ni hablar, fue como un padre para mí.

Y te dio la chance de mostrarte en el Torneo del Interior…
Sí, me dio una gran posibilidad y le agradezco mucho.

También jugaste en Robinson…
Sí, ahí estaba “Mingo” Centurión. Con él también me llevaba muy bien. Teníamos buen equipo ahí, ganamos el Apertura y llegamos a la final del Oficial, que no pude jugar en la revancha contra Boca Unidos porque me pegaron y me lesionaron. Me quedé con ganas de jugar esa revancha.

¿Sos de ir a ver los partidos de la Liga?
Sobre todo voy a ver a Alvear porque soy hincha. Cuando no jugábamos iba a mirar, ya sea de local o en la cancha que juegue.